CAZAR LA SOMBRA: Refracciones y reflexiones del pensar creativo de Guillermo Arias
Curaduría: Mónica Barreneche
¿Cómo se puede embellecer un espacio? Esta es una pregunta constante en la mente de un esteta innato. Guillermo Arias (Bogotá, 1960) pertenece a una generación de arquitectos para quienes el oficio representa una oportunidad de exploración infinita. De mente inquieta y actitud rebelde, Arias revela una noción actual del hombre renacentista.
Con una obra amplia y consistente, el enfoque de este colombiano se basa en la curiosidad y la sensibilidad. Por un lado, busca materializar la conexión entre volúmenes de diferentes tamaños, proyectados en nichos luminosos, lámparas de techo, bancas, escaleras, mamparas y proyectos arquitectónicos. En su mente, todos estos elementos podrían ser maquetas que permiten transportarse a otros mundos. Por otro lado, estas conexiones geométricas no sólo deben tener una lógica interna, también deben proporcionar un placer sutil a los sentidos.
El profundo entendimiento de la geometría básica es una característica distintiva de su obra. Este conocimiento le permite establecer una relación íntima con la luz, lo que genera un diálogo continuo entre el arquitecto y la física. Desde su creación, hasta su manipulación y manifestación, la luz y la sombra han sido elementos fundamentales e imposibles de ignorar. Comenzando por grandes volúmenes arquitectónicos icónicos de la arquitectura contemporánea en Colombia, pasando por la búsqueda del mosaico o el paso perfecto de una escalera, hasta la iluminación natural y artificial de un espacio, la huella de Arias a través de su taller de arquitectura Octubre se ha dibujado con trazos de luz propia, y se podría afirmar que su legado ha aportado en gran medida al lenguaje arquitectónico del país.
En un momento de reflexión de su carrera, Guillermo profundiza en su quehacer creativo plasmado en una colección inédita de piezas de iluminación y mobiliario de autor para La Casa Azul, el espacio expositivo de diseño coleccionable de la galería colombiana NC arte. Una extensa muestra sin precedentes y en sintonía con una filosofía de apropiación, exploración y validación de una cultura de diseño propia.
Su lenguaje pétreo y de óxidos, de asimetrías y estéticas brutales se materializa en una serie de luminarias en maderas de abarco recuperadas, mármoles rosas y negros, granitos “aconcretados”, bronces y hierros qué se enriquecen con piezas de mobiliario únicas cómo bancas y mesas.
En la muestra, Arias presenta varias piezas que trascienden su función material. Para él, representan la culminación de años de experimentación y procesos que finalmente han encontrado su momento. La Lámpara árbol, una instalación suspendida del techo al piso, elaborada en madera recuperada, explora un estudio geométrico y morfológico que se materializa en un recurso noble y escaso, buscando romper con la rigidez de una simetría burguesa.
Por otro lado, el bloque de mármol rosa se aprovecha hasta el más mínimo detalle en las lámparas de escritorio amorfas y las colgantes en forma de bala, cuyo contacto con la luz artificial las transforma en fuego. El tratamiento mínimo de los mármoles negros imperiales, contrastados con la agresividad del hierro oxidado, muestra una faceta más atrevida del taller. Mientras tanto, las Bancas II, de mármol blanco impoluto, están sostenidas mediante un delicado detalle en madera, que suaviza el contacto con el óxido de las varillas metálicas, reflejando una actualización del lenguaje de un Octubre del pasado.
Para Arias, la relación con la materialidad siempre ha sido auténtica. Por eso, incluir en la muestra piezas que hilvanaran la narrativa de su vida como arquitecto era indispensable. Este gesto no sólo refleja su espíritu, sino que también subraya su forma de vida y filosofía. “La materia no debería ser geopolitizada ni tener estratos sociales”, dice refiriéndose al uso constante de granitos, mármoles nacionales y otros elementos y no únicamente los italianos.
Entre las propuestas de diseño de autor que destacan en la muestra se encuentra una mesa de comedor de gran formato, cuya esencia no se revela a simple vista; sólo un observador atento descubre su razón de ser y su contexto. También destaca una banca metálica curva, aparentemente sencilla, pero de gran complejidad productiva. Especial mención merece la escalera helicoidal, cuya presencia en la exposición cuenta la historia del inicio de su carrera marcada por una maestría artesana.
De principio a fin, la muestra intenta representar el mundo que habita el día a día de este arquitecto y su taller Octubre. Por momentos se hace evidente y en otros se oculta para ser descubierto. Geometrías, pensamientos y materiales que al caer en sus manos escriben su propia narrativa. “Siempre he identificado lo que hacemos con las interpretaciones de la música clásica; se pueden leer las mismas partituras, pero cada maestro decide cómo tocarlas”, concluye Guillermo Arias.