Octubre 27 a Enero 28 de 2018

Los Carpinteros: hacia una lectura expandida

Curaduría  Andrea Pacheco – Claudia Segura

La lectura es un complejo proceso neurológico que se produce al interior de la psique y que permite comprender una serie de signos, portadores de información codificada a través de un lenguaje. La raíz etimológica de la palabra “leer” viene del griego arcaico: legein, que se traduciría como “recolectar” y logos, que significa “pensamiento”. Así, leer sería el acto de “recolectar el pensamiento”.

Los seres humanos tenemos la capacidad de leer en un amplio sentido, no sólo en el plano intelectual, cuando leemos palabras o imágenes; podemos también “leer” cuerpos, “recolectar” emociones y otra clase de lenguajes, de carácter sensorial, metafísico e intuitivo. Esta es la premisa en torno a la cual pivota el proyecto expositivo del colectivo cubano Los Carpinteros para NC-arte.

La pieza central de la exposición, ha sido construida especialmente para este proyecto. Se trata de la octava versión de Sala de Lectura, una obra que ha supuesto un auténtico modelo de investigación sobre las arquitecturas panópticas y sus connotaciones políticas y filosóficas, inspirada en el Presidio Modelo de Cuba. Construida en los años ‘20 en la Isla de la Juventud (antes Isla de los Pinos, en la parte sur-occidental de Cuba) durante el régimen opresor de Gerardo Machado, el Presidio Modelo fue una réplica del Centro Correccional Stateville, en Estados Unidos. Consistía en un gran complejo arquitectónico, con capacidad para cinco mil hombres, que contaba con cinco edificios de planta circular, con una torre central desde donde los gendarmes podían reprimir cualquier desorden sin tener que enfrentarse a los reclusos. Las cárceles panópticas, tal fue el objetivo de estas construcciones, debían crear una sensación de “omnisciencia invisible” sobre los presos, según su creador el filósofo inglés Jeremy Bentham (1748-1832). Fueron pensadas como una solución económica para ejercer el poder de una minoría -los vigilantes- sobre una enorme mayoría -los presos- dentro de una estructura jerárquica, moralizante y estrictamente disciplinada. Para sus ideólogos, el Presidio Modelo debía destinarse a “reeducar” individuos de alta peligrosidad, a los deportados y a quienes manifestaran una ideología opuesta a la nación, es decir, desde su origen, fue un centro de represión política al servicio del gobierno de turno.

Entre 1953 y 1955, Fidel Castro y una veintena de revolucionarios cumplieron condena allí bajo la dictadura de Fulgencio Bautista. El periodista y escritor cubano Pablo de la Torriente Brau (1901-1936), relató en su famoso libro “Presidio Modelo”, el horror que albergaron los muros de estos edificios durante décadas: “Le quitaban la comida, el agua, todo alimento; teniéndolos en tormento hasta más de doce días. Si acaso no se moría lo llevaban a La Yana donde yo vi una mañana que asesinaron a cuatro, en aquel terrible antro de la bestia inhumana”.[1]

La literatura fue un bálsamo para soportar la violencia que se vivió en la isla. De la Torriente recibió decenas de escritos de otros reclusos para ser incluidos en su libro; en estos relataban en verso sus padecimientos. El mismo Castro y sus compañeros dedicaron los casi dos años de internamiento a estudiar, formaron un grupo de lectura dentro de la cárcel y una biblioteca para intercambiar libros.

Esta perversa relación entre violencia e ilustración, propia de la modernidad “adoctrinadora” de Europa Occidental, trasplantada a América desde comienzos de la colonia, es parte del sustrato ideológico tras la serie de arquitecturas panópticas que Los Carpinteros han dibujado y construido durante toda su carrera, desde su primera versión, Biblioteca modelo, en 1997. Imaginar estos espacios como contenedores multifuncionales y abiertos al conocimiento y saberes diversos, fue la manera que encontraron los artistas de anular su herencia traumática. La presente exposición busca ampliar este cambio de sentido para transformar una estructura originalmente opresora en un ágora, donde tengan cabida diferentes epistemologías, de forma ‘desjerarquizada, amoral e indisciplinada’. Dicho giro creativo, lleva a reflexionar también en los múltiples edificios de control del pasado (cárceles, espacios de tortura, centros de concentración, manicomios etc.) que hoy en día se han convertido en centros de arte y cultura. El proceso artístico introduce el factor afectivo y sus dinámicas de relación entre artistas, curadores, educadores y el público, se transforman en un ente sanador y reparador que subvierte el uso original de estas ‘arquitecturas de la violencia’, en palabras de Eyal Weizman.

Junto a esta reconversión estructural, Hacia una lectura expandida propone activar el espacio expandiendo el concepto de lectura hacia territorios o, más bien, hacia nuevos y heterogéneos lenguajes, muchas veces desplazados por el pensamiento lógico y racional. El Programa de Mediación, que tendrá lugar al interior de esta Sala de Lectura, propone a los visitantes ser parte de sesiones abiertas en torno a diferentes lenguajes dentro de un campo de conocimiento expandido. Estos encuentros públicos son liderados por grupos de estudio locales que se han organizado en torno a cuatro categorías: texto, cuerpo, espacio y objeto. El grupo de lectura de textos, compuesto por curadores y críticos, se centra en la práctica curatorial poniendo el acento en la investigación teórica del texto escrito. Artistas, performers y dramaturgos forman el grupo de lectura de cuerpos, donde se problematizan las dinámicas y lenguajes de la danza contemporánea tradicional para enunciar nuevas formas de entender el movimiento. La pesquisa en torno al objeto la lideran arquitectos, diseñadores y artistas sonoros que reflexionan sobre la ontología del objeto, con sus propiedades y particularidades. Por último, el grupo de lectura de espacios reúne a varios equipos educativos y mediadores de centros artísticos de Bogotá, quienes examinan el lugar en su totalidad tangible, holística y energética. Atendiendo a estos cuatro tópicos, los grupos de estudio se conforman orgánicamente, en diálogo con las problemáticas de su propio contexto y ensayando otra clase de gobernanzas para tensionar también las jerarquías intrínsecas en todo centro cultural.

Hacia una lectura expandida suma además un valor histórico con particular relevancia para la ciudad de Bogotá. La Biblioteca Nacional de Colombia fue la primera biblioteca pública fundada en el continente Americano en 1776. Junto al proceso educativo que tiene lugar en América Latina durante todo el siglo XX, la proliferación de espacios de lectura podría relacionarse también con la necesidad urgente de crear y potenciar lo que entendemos por espacio público. Efectivamente, el lugar público del civil en Bogotá aún es un sitio de paso: un espacio de tránsito para desplazarse de un punto a otro, lejos de poder ser habitado por todos los ciudadanos sin restricciones, ya sea por razones de seguridad o de urbanismo. Las bibliotecas se convierten entonces en sitios de reunión, en lugares de encuentro para la población civil, que puede hacer uso de ellas de forma práctica -ocupando el espacio y utilizando el material que estas ofrecen- y de forma temporal – consumiendo el tiempo necesario que uno desee.

La exposición que acoge NC-arte, se presenta como un ‘artefacto de experimentación`, que busca dilatar los formatos curatoriales, la función de la práctica artística contemporánea y su mediación pedagógica. La arquitectura panóptica, es decir, el contenedor, es la razón de ser del mismo contenido que requiere ser activado por el público para permitir que la pieza multiplique sus significados y alcance lecturas, sin duda, expandidas. Una serie de acuarelas, que representan modelos panópticos imaginarios, completan la muestra demostrando que la búsqueda de una arquitectura eficaz es otra de las utopías más hermosamente fallidas de la modernidad.

Andrea Pacheco – Claudia Segura

[1] Presidio Modelo. Pablo de la Torriente Brau. Ediciones La Memoria. Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau. La Habana, 2000. Pág, 153.

 

Más información

Localice la Sala de Lectura y colóquese en frente a una distancia cómoda. Resista la tentación de observar las estanterías y concentre su mirada en el hueco que genera el entramado de madera. Fije su mirada en el vacío que aparece al fondo de la estructura y deje fluir sus pensamientos. Reprima por un momento su sentido de la lógica

y permítase la anarquía mental. Levante el pie y contraiga la rodilla para iniciar un paseo distendido al interior de la Sala de Lectura. Deje que su mirada recorra la arquitectura con un dinamismo relajado, mientras su cuerpo se desplaza con la agilidad de un bailarín, la curiosidad de un explorador y la delicadeza de un restaurador. Siga las instrucciones que se presentan a continuación, permitiéndose varios minutos para cada una de ellas.

(Leer) el cuerpo

Las palmas de las manos están relajadas, con las puntas de los dedos enfocadas hacia el suelo. Los hombros están laxos, el cuello aflojado y la lengua reposa suavemente dentro de la boca. Solo las piernas que sostienen la columna están en acción, moviéndose lentamente a través de la Sala de Lectura. En el momento que guste deténgase y decida si quiere sentarse, acostarse, ponerse de puntillas, retorcer el cuerpo o simplemente seguir erguido. Levante una mano entre usted y la estantería

de la Sala de lectura. Balancee el torso hacia atrás y hacia adelante y alcance uno o varios libros. Déjese guiar por la intuición de su cuerpo para seleccionar los volúmenes. Acarícielos e imagine el material del que están hechos.

(Leer) el objeto

Una vez con el libro o los libros en la mano, ayúdese de las

falanges de la otra mano para acercar el objeto hacia su nariz.

Huélalo con cuidado, respetando su integridad y preguntándose por la trayectoria vital de ese ser inanimado. Repare en sus texturas, en su diseño y en las sensaciones que le provoca su manipulación. Suba y baje sus ojos, mantenga las fosas nasales abiertas y los oídos pendientes del ruido que se propulsa con cada una de sus acciones. Finalmente ábralo aleatoriamente y repita el movimiento hasta que logre sentirse a gusto con lo que le ofrece ese objeto en sus manos.

(Leer) el texto

Deposite sus ojos sobre los signos negros que aparecen impresos en la página que acaba de abrir. Dedíquele unos segundos al deleite que provocan sus formas sinuosas sobre el papel. ¿Puede ver el dibujo que construyen las letras y sus márgenes? En este preciso momento se produce el encuentro con el texto y usted decide si quiere o no descifrar lo que lee y a través de qué metodologías.  Repita esta frase mientras resuelve qué hacer: “Admiten que los inventores de la escritura imitaron los veinticinco símbolos naturales, pero sostienen que esa aplicación es casual

y que los libros nada significan en sí. Ese dictamen, ya veremos, no es del todo falaz.” J. L. Borges, La Biblioteca de Babel. Nuevamente, déjese gobernar por la intuición.

(Leer) el espacio

Alce la mirada y de una vuelta sobre sí mismo entendiendo que forma parte de un todo espacial que lo contiene. Observe cómo la gente a su alrededor deviene parte del contenedor que a usted lo sostiene y para su sorpresa todos pueden verse aunque no tocarse. Mire más allá de los libros, más allá de las estanterías de madera, más allá del panóptico que forman, más allá de los muros de concreto que lo rodean, más allá de la luz que se cuela por las ventanas, más allá del alcance de su vista.

Lance las dos manos sobre sus ojos, la parte inferior de estas descansa sobre sus pómulos. Sin poder ver, siga leyendo más allá del cuerpo, del objeto, del texto y del espacio. Convierta el universo en una sala de lectura(s) infinita(s).

Por Lucrecia Piedrahita Orrego

“La característica del gesto es que por medio de él no se produce ni se actúa, sino que se asume y se soporta. Es decir, el gesto abre la esfera del ethos como esfera propia por excelencia de lo humano.”

Giorgio Agamben

El final de La Náusea de Sartre anuncia dos elementos. El primero es un hombre que entiende su vida desde este mero existir, es decir, no posee ideas de una vida después de la muerte. Los valores, como el amor, son para él obsoletos. Su vida es percibida como un mero devenir en el ahora, y tal concepción lo llena de dudas. Ante tal situación, y ese es el segundo elemento, busca en la escritura una forma de rehabilitar su vida; novelar su vida, es decir concebir una relación arte y vida, se le presenta como una forma de salvación:

Un libro. Una novela. Y la gente leería esa novela y diría: la escribió Antoine Roquentin, un individuo pelirrojo que se arrastraba por los cafés; y pensarían en mi vida como yo pienso en la de esa negra: como en algo precioso y semilegendario. Un libro. Naturalmente, al principio sólo sería un trabajo aburrido y fatigoso; no me impediría existir ni sentir que existo. Pero llegaría un momento en que el libro estaría escrito, estaría detrás de mí y pienso que un poco de su claridad caería sobre mi pasado. Entonces quizá pudiera, a través de él, recordar mi vida sin repugnancia. (Sartre, 289)

Lo anterior, resultó ser una especie de indicio, al preguntarme: ¿Cómo es la arquitectura que disemina en partículas el espacio de lectura, de reunión que plantea el colectivo Los Carpinteros? ¿Cómo los artistas cartografían el terreno de la lectura desde los espacios panópticos, específicamente desde el Presidio Modelo de Cuba? En ambos cuestionamientos subyace la comprensión por las acciones humanas. En el referente de la prisión cubana que observan los artistas encuentran que desde allí se formó, por parte de los reclusos, una biblioteca como refugio. Así, Los Carpinteros piensan su Sala de Lectura como un espacio de inmersión para el visitante, desde la práctica del intercambio de textos y el diálogo compartido para producir un objeto de cultura modelado por la fuerza y la potencia del gesto, en los términos que los plantea Giorgio Agamben, quien encuentra en el gesto una medida por medio de la cual comprender las acciones humanas, el gesto como una necesidad a través de la cual el ser humano logra una expresión. Esto es precisamente lo que entregan Los Carpinteros: modelan el edificio icónico de la prisión, del panóptico, como expresión de la infamia que se revela contra los estándares establecidos, mediante un ejercicio de maquetación a escala de una sala de lectura. En la galería también se exhibe a manera de un vídeo-ensayo, las imágenes de la prisión para transformarlo, a través, del gesto del arte y convertirlo en un lugar de encuentro y de implicación activa de la creación mediante un environment.

Así se exponen dos temporalidades transfiguradas por el agenciamiento del arte y lo político a través del gesto y su carácter dinámico, un gesto que expresa un algo más, que implica la posibilidad de movimiento, es decir, expresión.

Los Carpinteros instauran la discursividad del diálogo y el intercambio en su Sala de Lectura y ese instaurar un discurso es lo que se entiende como darle gesto al acto creativo.

Un espacio
no puede borrar a otro,
pero puede arrinconarlo.
También los espacios ocupan un lugar,
En otra dimensión que es más que espacio.

Hay espacios con una sola voz,
Espacios con muchas voces
Y hasta espacios sin ninguna,
Pero todo espacio está solo,
Más solo que aquello que contiene.

 Aunque todo espacio
Se confunda al fin con todo espacio,
Aunque todo espacio
sea un juego imposible,
porque nada cabe en nada. 

Roberto Juarroz

El lenguaje es la forma como el hombre pone en juego sus propias realidades, de ahí la validez de las curadoras Andrea Pacheco y Claudia Segura al dotar de contenido performático la Sala de Lectura de Los Carpinteros en su mediación con los diferentes públicos: texto, cuerpo, espacio y objeto. Lenguajes espaciales, orales, auditivos que se instalan en el environment para recorrer el lugar, habitarlo, resistir desde ese espacio-biblioteca, espacio-frontera, que se puebla de aglomeraciones y disoluciones en que los objetos se fragmentan, se desdoblan y se dispersan. Imágenes que, más allá de lo visible y de lo decible, se ofrecen como signos de hospitalidad en tanto recuperan la memoria y el olvido; en tanto son poseedoras de sentido.

Es en ese constante accionar, en ese generar el gesto que crean Los Carpinteros donde el espectador se relaciona con las prácticas de la lectura y sus derivas para convertir la galería en un dispositivo de pensamiento, en un objeto teórico que se espacializa entre la arquitectura y el environment. En donde tiempo y espacio representan la contemporaneidad de la obra, de nuevo transfigurada por el gesto. El gesto es pues, como ya lo anuncia el epígrafe de este texto, la forma por excelencia como el hombre se asume y se soporta.

Sala de Lectura es la descripción de un recuerdo traumático superado por la conjunción entre el arte y la arquitectura, de un eco traído de nuevo al espacio museográfico para convocar alrededor de la lectura y la conversación, para implicar al visitante, al caminante, no sólo sensorial sino físicamente y vivir la experiencia del lugar como signo de acogida, y práctica de hospitalidad.

El espacio creado por Los Carpinteros constituye una huella documental que da cuenta de la capacidad de rememorar del hombre y, al mismo tiempo, de su capacidad de olvido, en palabras de Hanna Arendt: -un uso ético del olvido-.

Sala de Lectura impulsa a vigilar, distinguir y rastrear al que se identifica en territorio, cultura, paisaje y lenguaje.

* Lucrecia Piedrahita Orrego. Arquitecta de la Universidad Pontificia Bolivariana. Museóloga de la Universidad Internacional del Arte, Florencia, Italia. Curadora de  Arte -becaria LIPAC- Universidad  de  Buenos Aires, Argentina. Especialista en Periodismo Urbano de la UPB. Especialista en Estudios Políticos en la Universidad Eafit. Curadora para Colombia del proyecto Madame B, muestra de las artistas Mieke Bal y Michelle Willliams Gamaker. Directora para Latinoamérica del libro de la Universidad de Chicago: De lo que no se puede habar. El arte político de Doris Salcedo. Escrito por Mieke Bal. Publicado con el apoyo de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín y Formacol.

Otras Salas de lectura, ofrece una mirada rápida al juego de espacios construidos desde la imaginación, que a su vez aluden a realidades físicas,  como el presidio modelo. Esta es una recopilación de múltiples experimentos visuales donde se puede evidenciar otras lecturas, relaciones y proyecciones arquitectónicas del panóptico para cumplir nuevas funciones, ya sea por sus cualidades materiales, sus provocaciones sensoriales o sencillamente por su reconfiguración formal.