Naturaleza desmaterializada
Curaduría: Eduardo Serrano
Artistas invitados: Rodrigo Echeverri – Saír García – Miler Lagos – Saúl Sánchez – Óscar Danilo Vargas
En esta exposición resulta claro que así como la naturaleza juega un papel preponderante en el punto de partida de todas las obras presentadas, también en todas se ha transformado, o se ha mediatizado, e inclusive se ha invisibilizado, teniendo en cuenta una u otra de las acepciones aplicables el término.
Es muy posible que este punto en común de las obras en la exposición tenga alguna relación generacional puesto que Rodrigo Echeverri, Sair García, Miller Lagos, Saúl Sánchez y Oscar Danilo Vargas aparecieron en la escena nacional hace poco más de una década manteniendo desde entonces una estrecha y permanente colaboración que los ha enriquecido y clarificado mutuamente.
En ese entonces el Internet y la fotografía digital apenas comenzaban a ser utilizados en el país, lo que implica que sus trabajos fueron concebidos originalmente con base en razonamientos analógicos, metafóricos, pero que prontamente fueron combinados con las posibilidades que se abrían paso con los adelantos electrónicos, y de ahí que sus obras hagan gala de una rica hibridez conceptual que les permite acudir simultáneamente y con la misma propiedad, a la intuición y a la lógica, a la poesía y a la heurística.
No obstante involucrar razonamientos analógicos y apoyarse en lo aledaño o circundante, sus trabajos tienen propósitos y miras globales. Sus contenidos son aplicables o pertinentes en cualquier parte del mundo, y por combinar signos y conceptos que se extraen de lo local para referirse a lo global, y viceversa, sus obras podrían ser cobijadas con el calificativo de “glocales”, término extraído de la economía y extendido al arte para referirse a ese tipo de disposiciones.
Cada una de las piezas presentadas involucra de una u otra forma el espacio donde se presentan, todas lo alteran, lo modifican o establecen un diálogo con su pasado o con sus funciones, lo cual reitera su carácter de instalaciones, de obras que, más que a ser contempladas, incitan a ser reflexionadas. En este sentido, puede afirmarse que no obstante el estímulo visual que representa el diseño arquitectónico de NC-arte, las obras de Naturaleza Desmaterializada no se ajustan a él como al cubo blanco de la modernidad que aislaba las pinturas y esculturas para preservar su pureza, sino más bien como a una especie de arena o de pista donde se invita al espectador a considerar o a pensar en sus contenidos los cuales trascienden claramente el entorno expositivo.
Eduardo Serrano
Rodrigo Echeverri (Bogotá – Colombia, 1975)
Numerología
La obra de Echeverri apela a provocar cierta desorientación por su ubicación en el techo. Aquí, los números de pruebas que se ubican en las áreas de los crímenes, al ser mirados desde un punto de vista inusual, desde abajo, conducen a interrogantes que no demoran en llegar al cuestionable discurrir de la justicia en el país, a la impunidad que reina en relación con muchos de los homicidios y, por extensión, de todo tipo de violaciones a la ley. En esta obra, la “naturaleza” ha desaparecido totalmente puesto que la presencia del protagonista, el ser humano, solo se colige por los rastros de su desaparición. Y su intención crítica se evidencia en el título, Numerología, con el cual se señala una práctica adivinatoria y no la lógica como sustento para las investigaciones judiciales, y se reitera con la obra Vencimiento de términos, en la cual un reloj con similares números de prueba, alude al usual recurso de dilatar los procesos hasta vencer los términos judiciales y permitir de ese modo que se eviten los castigos correspondientes.
Saír Garía (Barrancabermeja – Colombia, 1975)
Estática milagrosa
En las construcciones que presenta Saír García son evidentes tanto la noción de naturaleza como la idea de desmaterialización, pero no solo porque los árboles, componentes fundamentales de la “naturaleza” sean el elemento cardinal, ni porque al haber sido modificados para la construcción de la vivienda sobre palafitos incluida en la muestra se hayan despojado de sus características esenciales. También la naturaleza conceptual del tipo de viviendas construidas espontáneamente, sin arquitecto, en los intervalos en que baja la marea, ha sido alterada por su inserción en un espacio que puede considerarse su contrario, por cuanto se trata de un ámbito aséptico y profesionalmente diseñado, donde el agua no tiene posibilidad de convertirse en amenaza. Sus obras se mantienen en su establecida temática del desplazamiento forzado y en sus consecuencias en las poblaciones costeras y ribereñas del país y de cualquier parte del mundo donde se produzca esta Estática milagrosa, como adecuadamente se denomina su trabajo y en general este tipo de arquitectura sobre estacas en algunos países de Centroamérica y el Caribe.
Miler Lagos (Bogotá – Colombia, 1973)
El pequeño orden del universo
En El pequeño orden del universo, Miler Lagos acude exclusivamente a medios electrónicos para presentar en circuito cerrado una pequeña planta, único vestigio de naturaleza, que sobrevivió a las remodelaciones arquitectónicas realizadas sobre la edificación de NC-arte. Aunque su trabajo se origina concretamente en el espacio que ocupa el lugar expositivo y no se aleja de él, las implicaciones de su obra se extienden mucho más allá, al ámbito global, puesto que evidencia la manera como se pueden adquirir conocimientos mediante la observación del poder de sobrevivencia de la naturaleza y de su aprovechamiento de todos los recursos a su alcance.
En su obra se puede reconocer el viejo axioma hermético “Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba”, principio de la analogía que implica que las mismas leyes que se expresan en lo pequeño se expresan en lo grande y viceversa. Es decir, que las lecciones que imparte este microcosmos son aplicables universalmente dada la permanente superposición de lo nuevo sobre lo viejo, del urbanismo sobre la naturaleza, y dada también la dramática disyuntiva a que es sometida toda sociedad y todo ser entre evolución o extinción.
Saúl Sánchez (Bogotá – Colombia, 1977)
Corolario y Estudio para garra de pata de perro
Las obras de Saúl Sánchez en la exposición se mantienen dentro de los razonamientos que han orientado buena parte de su producción, puesto que no solo se hallan referidas a su desempeño como artista, sino que evidencian una aproximación a varias prácticas artísticas aunque desde un punto de vista que se origina en sus experiencias de pintor y en reflexiones acerca de la debatible vigencia de la pintura dentro de las perspectivas del arte contemporáneo.
Sánchez expande deliberadamente el campo conceptual de la pintura hasta sus últimas consecuencias, es decir, hasta los residuos que quedan de su producción, y los presenta: en un cubo donde ha acumulado los remanentes de su paleta y en un cúmulo de sacos de viruta y aserrín recogidos en una fábrica de bastidores, como extendiendo la injerencia de la pintura a más recientes prácticas artísticas. También presenta una instalación con 50 esculturas de patas de perro talladas por dos artesanos distintos, las cuales ponen de relieve las diferencias en la interpretación de las mismas instrucciones e inducen a reflexionar acerca de sistemas relacionados con el aprendizaje.
Óscar Danilo Vargas (Pitalito – Colombia, 1966)
Naturaleza tropical
Los trabajos de Óscar Danilo Vargas se inscriben igualmente en su tradicional temática de explorar la naturaleza humana frente a la inmensidad del universo y por tanto el contenido de buen número de sus obras puede situarse en la estratosfera, aunque sin deslindarse de la vida terrenal, sino, por el contrario, en estrecha relación con ella y con la conciencia de su insignificancia ante la inmensidad física y temporal del universo.
El artista acude a varias modalidades que van desde la pintura al video pasando por la instalación y la escultura, para expresar la incertidumbre del hombre frente al cosmos, al vacío, la cual relaciona con la desorientación producto de su doble situación de artista emigrante de su entorno cultural, e inmigrante en una sociedad extraña (Canadá). Vargas patentiza la idea de distancia, de lejanía, acudiendo a un lema como “yo me acuerdo”, distintivo de la provincia de Quebec, y combinando la nieve con la cáscara de banano en clara alusión a los entornos septentrional y tropical que alimentan simultáneamente su pensamiento artístico.