Mayo – Julio 2018

Formas caídas un proyecto de Alia Farid

Curaduría Claudia Segura

Hemos limitado nuestra visión del mundo a los marcos de nuestras instituciones y somos ahora sus prisioneros.
—Ivan Illich, La sociedad desescolarizada, 1970.

Formas caídas explora una correlación entre el adoc­trinamiento y las estructuras hegemónicas prevale­cientes en los Estados árabes del Golfo. A raíz de las dinámicas de transformación de ciertos elementos espaciales de enunciación de poder, Farid analiza la arquitectura y los efectos de la modernidad en las culturas locales.

Sobre un tapiz —propio de una sala de oración de una mezquita, o de un aula educativa o incluso de un gimnasio público— que cubre el espacio de NC-arte en su totalidad, se yerguen dos escenogra­fías híbridas.

Minarete de voces múltiples, recostado en el suelo de la sala, se realizó a partir de una residencia de la artista en Mathaf: Arab Museum of Modern Art, Qatar, en el 2014. Readaptada para NC-arte, la escultura sirve como detonante que cuestiona la unicidad de una sola voz, proponiendo una pro­liferación variada de registros sonoros que parte de sus altavoces. Las frases que se escuchan son extraídas del libro “La sociedad desescolarizada”, del pensador y pedagogo Ivan Illich, que presenta una sociedad donde desaparecen los centros de enseñanza para que el aprendizaje ocurra en la vida cotidiana y el espacio público.

Le acompaña un segundo módulo arquitectónico: Una escenografía para cualquier revolución, una adaptación del proyecto inconcluso del diseñador constructivista Victor Shestakov, quien se propuso crear en 1929 una tarima para acoger cualquier tipo de revolución. Su estructura piramidal sugiere la forma de una fuerza ascendente que llega a un punto álgido de agitación y rebelión. La escultura explora el formato de la revuelta en la sociedad actual y abre preguntas sobre la forma que puedan tomar estas revoluciones en la era de las redes sociales y el control estatal. Varias acciones, como cantos de resistencia, lecturas y charlas, activarán el espacio para facilitar un lugar de encuentro que propone una brecha en relación a formas de cono­cimiento establecidas, abriendo posibilidades para coimaginar, alterar y cambiar nuestra existencia.

Las adaptaciones de estas pesquisas se combinan en el segundo piso y la muestra se convierte en el prelu­dio de una investigación sobre la transformación de las escuelas modernistas de Kuwait, construidas por el arquitecto suizo Alfred Roth en los años 60, hoy en día completamente reguladas por la religión. La sala incluye una abstracción de las instrucciones visuales para realizar las abluciones (protocolo de limpieza antes de pasar a la oración en el islam).

Esta información aparece en afiches en las escuelas de los países árabes, utilizando el mismo lenguaje que las fichas informativas sobre el comportamiento de los órganos y dinámicas del cuerpo humano como el sistema nervioso, la piel, el funcionamiento de la escucha y la vista. Superponiendo estas dos imágenes, se cuestiona la articulación y el diálogo de los diferentes niveles de información que se pre­sentan de forma objetiva en los entornos escolares.

A través de una experiencia desorientadora, Farid interpela los proyectos utópicos del modernismo y nos arroja a múltiples preguntas sobre la relación entre ideología, arquitectura y futuro. Situándonos en un espacio híbrido, complejizado por sus opues­tas connotaciones y configuraciones, condiciona la acción y el comportamiento de nuestro cuerpo que, indudablemente, se pregunta sobre su libertad.

Claudia Segura

Más información

Alia Farid  (Kuwait, 1985)

El proyecto más ambicioso de Farid hasta la fecha ha sido la curaduría del Pabellón de Kuwait en la XIV Exposición Internacional de Arquitectura, que, a pesar de su apariencia en La Biennale di Venezia, hizo hincapié en lo que la participación podría inducir localmente en un entorno impulsado por ideologías incongruentes con el pensamiento crítico y estético.

Ha completado residencias en Beta Local (San Juan, Puerto Rico), Casa Árabe en conjunto con la Fundación Delfina (Córdoba, España), Mathaf: Museo Árabe de Arte Moderno (Doha, Qatar), Iniciativa de Arte Davidoff (La Romana, República Dominicana) ), The Serpentine Galleries (Londres, Reino Unido), La Cité Internationale des Arts (París, Francia) y marra.tein (Beirut, Líbano), la 32ª Bienal de São Paulo, el 20º Festival de Arte Contemporáneo de SESC Pomépia y VideoBrasil, Fotonoviembre: XIV Festival Internacional de de Tenerife, Between Dig and Dispay, Imane Farés Gallery (París, Francia). Actualmente está desarrollando un proyecto para la Gwangju Biennale de 2018.

Alia Farid trabaja en un entorno híbrido entre el arte y la arquitectura, desde un pensamiento crítico sobre el espacio urbano, la construcción de la identidad en base a este y las verdades que operan alrededor de símbolos ideológicos. De origen kuwaití y puertorriqueño, su propia historia está marcada por la combinación de dos culturas disímiles, pero al mismo tiempo cercanas, lo que la ha hecho analizar en su práctica cuestiones relacionadas con el comportamiento de la gente en diferentes espacios geográficos.

Sus proyectos son investigaciones que la ocupan varios meses a través de residencias en las que suele existir una colaboración directa o indirecta con grupos sociales. Los proyectos se manifiestan en la forma de intervenciones, videos e instalaciones.

En alguna ocasión Farid ha explicado que su práctica se encuentra en “un punto intermedio

entre el arte, la arquitectura y el espacio público”, en el que dedica especial atención a “cómo las redes informales se ven obligadas a compensar su falta de estructuras formales” y, para ella, la calidad subversiva que pasa desapercibida del arte es lo que más valora en un proyecto. Así, opera en un ámbito en el que la práctica artística se entiende como herramienta de cambio, aunque sea a nivel simbólico.

La exposición que presenta en NC-arte deriva de una investigación mayor sobre las escuelas que diseñó el arquitecto suizo Alfred Roth en Kuwait entre 1960 y 1970. Dicha pesquisa se combina en el espacio de la fundación con proyectos anteriores sobre la pregunta de si la arquitectura puede o no ser ideológica, y cómo afecta a la gente que la

habita a nivel biopolítico.

A través de una experiencia desorientadora, Farid interpela los proyectos utópicos del modernismo y nos arroja a múltiples preguntas sobre la relación entre ideología, arquitectura y futuro.

Situándonos en un espacio híbrido, complejizado por sus opuestas connotaciones y configuraciones, condiciona la acción y el comportamiento de nuestro cuerpo, en una pregunta sobre la libertad.

CS

¿Cuéntanos sobre cómo decidiste el título de la muestra?

AF

Con el advenimiento de las redes sociales, la auto organización y las economías compartidas, estamos presenciando la erosión de las estructuras e instancias de poder que tradicionalmente sentían la necesidad de reforzar su presencia urbanísticamente a través de monumentos, diseños urbanos y edificios. El nombre de la exposición se refiere a una especie de derrocamiento “no físico” de estas estructuras por parte de la comunidad a través de su propia unificación. En cierta medida, hablaría de Formas caídas con significados obsoletos, aquello que ya deja de simbolizar lo que quería en sus inicios y se

torna vacío de contenido.

Dicho esto, sabemos que nuevas formas de poder continúan apareciendo y se transforman para perpetuar verdades absolutas. Podríamos decir que la

hegemonía de hoy se presenta en forma de algoritmos y objetivos. Incluso de vigilancia que pretende, a través de la recopilación de datos, “legitimizarse” como vigilancia masiva. Por ello, me parece fundamental repensar y cuestionar cómo están implicados los grupos de poder en estas construcciones. Del mismo modo, me interesa investigar aquellas formas que tienen la posibilidad de desestabilizar las fuerzas impedidoras.

CS

¿Qué define en tu pensamiento una institución?

AF

Lo que caracteriza a las instituciones, en mi opinión, es su carácter regulatorio e intransigente. Supongo que hay instituciones que son conscientes de los efectos perjudiciales que tiene el operar como un sistema fijo, por lo que intentan ser más flexibles

o receptivas. Pero, en su mayoría, las instituciones funcionan como imposiciones verticales: de arriba hacia abajo y, desde luego, pueden ser eficientes, pero en su mayor parte disuaden ideas o pensamientos novedosos. Trabajar estratégicamente desde dentro de una institución para generar cambios puede ser muy efectivo, aunque en su mayor parte, las instituciones piden que sus constituyentes se sometan a un orden. No existe la posibilidad de desafiarlo.

CS

¿La arquitectura y el diseño cobran una relevancia notoria en tu trabajo, por qué te interesan

esas dos disciplinas?

AF

Mis padres son arquitectos, por lo que crecí rodeada de planos, conversaciones sobre arquitectos, discusiones en torno a modelos arquitectónicos y libros de gran formato de esta disciplina. Más adelante, estudié Artes Visuales en la Escuela de Arquitectura y Planificación del MIT, donde tanto arte como arquitectura eran elementos que se entrelazaban y unían según el profesor invitado que tuviéramos. Parecía natural que el Programa de Artes Visuales (liderado por Ute Meta Bauer en ese momento) se estableciera dentro de la división de arquitectura y nunca pensé en que la arquitectura no fuera arte ni viceversa. El arte y la arquitectura son temas afines, ambos motivados e interesados en la estética, la forma, y en cómo interactúan con la percepción y el pensamiento. Ambas sirven para el desarrollo del

pensamiento crítico y llevan a preguntas existencialistas, socio políticas e históricas que son de mi interés.

CS

Formas caídas es una muestra visual que opera en el terreno de la vista, pero también del lenguaje y sus códigos. Puedes desarrollar este punto, sobre todo con el uso de citas de Ivan Illich y la superposición de los protocolos de abluciones en afiches de conocimiento científico.

AF

Me atrae el pensamiento de Ivan Illich por su posición antimoderna. Illich aboga por la autorganización, donde el aprendizaje y el hacer ocurren en relación con el ambiente/entorno y están motivados por la necesidad. Para Illich, el aprendizaje no es un proceso estandarizado. El aprendizaje y la educación superan la limitación espacial y la duración

de la escuela, y son todo lo que hacemos. Por eso escogí algunas de sus frases para hacer la pieza de Minarete de voces múltiples, e incluso grabé esta en la pared de la sala como una pieza más de la muestra: “El espacio entre aulas, es decir, el espacio entre instituciones, es donde ocurre el aprendizaje: el pasillo, el patio de recreo, el vestuario, la escalera, el comedor, más allá de las paredes y fuera de las puertas”.

Del mismo modo, para este proyecto colaboré con Liliana Andrade, que es arquitecta y me ayudó a aterrizar ciertas ideas artísticas sobre un plano espacial. Fue muy gratificante poder conversar con ella, y apropiarme de su mirada por varios segundos.

CS

Tu propuesta también plantea posibilidades sobre educaciones utópicas y críticas sobre

otros sistemas de enseñanza, ¿por qué te interesa la institución “escuela” y todos los símbolos que la rodean?

AF

Estoy especialmente cansada de las instituciones de aprendizaje porque funcionan bajo el pretexto de estar enseñando cuando en realidad lo que está sucediendo es un proceso civilizador o un proceso de adoctrinamiento. En mi opinión hay una necesidad urgente de crear nuevas formas de educación y de re-pensar no solo la pedagogía en sí misma,

sino los espacios en los que se ofrece. Tendemos a limitar y encapsular los procesos de aprendizaje en lugares concretos que aprisionan la posibilidad expansiva de la misma pedagogía. Creo sinceramente que el enseñar y aprender sucede en cada minuto y segundo del día.

CS

Has trabajado en muchas partes del mundo, ¿cómo fue la experiencia de trabajar en Bogotá?

AF

Al principio fue difícil enfrentarme al espacio de NC-arte, por su dimensión y porque mis proyectos requieren de largos periodos de investigación. Para NC-arte sentí que hubiera podido hacer una pesquisa de varios años, pero entendí que varias ideas surgidas en mis proyectos anteriores —que no habían encontrado su lugar— resurgían para esta muestra. La colaboración con los distintos equipos de trabajo fue esencial para mapear mis ideas junto con la noción de site specific que piden los proyectos de NC-arte.

 

Fue interesante conocer los diferentes grupos involucrados en determinar la forma de la ciudad, ver edificios nuevos y elegantes contrastados por la autoconstrucción, ver la brecha entre ricos y pobres y sus interacciones en un sistema social altamente estratificado.

Me recordó al Medio Oriente y a otras partes de América Latina. El trabajo con ladrillo es excelente y fue genial experimentar la arquitectura de Rogelio Salmona. Tuve la suerte de contar con amigos locales, Carolina Caycedo y Diego Piñeros García, que me mostraron todo. Y, por supuesto, con Claudia Segura de NC-arte, que me explicó la historia del barrio La Perseverancia y me contó cómo era la cervecería Bavaria, que colindaba con el barrio.

CS

¿Cómo entiendes la participación y la colaboración en tu práctica artística? Explícanos en qué medida se enuncia en Formas caídas.

AF

Me gusta más hablar de colaboración, que de participación. En mi práctica no se trata de una invitación a participar en algo, sino de una invitación a contribuir al resultado del proyecto en cuestión. En otras palabras, la pieza se crea gracias a estas colaboraciones

que pueden incidir mucho o menos en el resultado final, pero que, de algún modo, siempre modifican su proceso.

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